SENTIMIENTOS.

No nací para esto, no nací para nada en específico, a decir verdad, ni siquiera nací.
Probablemente sigo corriendo entre millones, no soy nadie en este punto de la carrera, no soy distinto a ningún otro, soy solo parte del todo, me confundo entre la multitud.
Como llegue aquí? no lo sé, no tengo la menor idea de donde procedo ni a donde voy, pero todos hablan del destino como el deseable lugar al que todos quieren llegar, solo uno entre nosotros lo conocerá.
Sigo corriendo, pues no puedo detenerme, y no porque me interese aquella idea del destino en lo absoluto, pero la multitud aprieta y me empujan hacia adelante, no hay modo de detenerme.
Si seguimos corriendo a esta velocidad moriremos por agotamiento.
Si me detengo pasarán por encima de mí y seré sacudido con tal ímpetu, que igual moriré.
Si todos nos pusiésemos de acuerdo para detenernos o al menos aligerar el paso, todos llegaríamos al destino, con fuerzas de más, sin prisas, y sin un ego de superioridad.
Pero de cualquier modo, alguno de nosotros aprovecharía la ocasión de nuestro aletargamiento para aventajarnos y ser el ganador.
Eso ya ha pasado antes, mucho antes aún de que se inventara el destino, cuando se corría únicamente por el hecho de sentirse diferente a los demás y la lucha por defender ese individualismo era todo el sentido.
A mi punto de vista no hay razón para correr, estoy un  90% por ciento convencido de que sólo llegaremos al vacío, de cualquier manera todos aquí moriremos en el intento, todos excepto uno, si llega, claro está.
Nadie es inmortal.
Estúpida razón para correr,  tratar de alcanzar “el destino”  que podría ser  cualquier lugar, bien podría ser este mismo sitio sin sentido.

Milagrosamente me encuentro aquí, uno más en un millón, y seguimos avanzando, dicen que ya falta poco, yo no soy muy entusiasta, a estas alturas alguien ya habrá fecundado el útero de la que sería mi madre, y yo moriré creyendo que pude haber sido yo, uno más en un millón.

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